
La gran abundancia fue publicada en septiembre de 2022. Desde entonces ciertas VOCES amigas han dicho cosas sobre ella como:
«Es una historia de los que no tienen nada que perder porque no tienen nada, es la historia a la que parece estar abocada la mayor parte de la humanidad».
«Es una metáfora de la capacidad del capitalismo contemporáneo de extraer valor de narraciones, el capitalismo es cada vez menos cosas y más cuentos»
“Es una novela de amor. Es el relato de un amor (…) En la alianza de amor podemos superar nuestra dependencia de la Asistencia Personal. El amor es lo que permite ensayar una salida difícil pero necesaria: seguir contando historias, pero de otro modo y desde otro sitio. Seguir contando historias -y este es el aprendizaje de Martín (el protagonista)- con la misma delicadeza, con el mismo cuidado con el que otrxs cortan una col o cuidan a un niño”.

«Es una novela y una fábula y un ensayo y mil millones de cuentos y es entretenida y compleja a la vez, canónica y experimental, y va bastante a tope de lenguajeo, también».
«Es una novela muy estratégica en la que se intenta poner mucho de lo que nos ha pasado en un modo accesible a cualquiera, para ampliar quizás la experiencia de ese nosotros que surgió en ciertas plazas de cuyo nombre no quiero acordarme».
«La gran abundancia es la pesadilla asfixiante de la literatura en nuestra era».
«el poso que deja la novela se resume muy bien en su Coda visual: una serie de IMAGENES entre desoladas e inquietantes (salvo la última, que es risueña y acaso esperanzada) acompañadas de fragmentos perturbadores de la propia novela. Obra de la pintora Begoña Santa Cecilia, estas imágenes, más que un colofón a este magnífico libro, constituyen una invitación a pensar a fondo la odisea del antihéroe Martín Loma (y de Elia y los otros) por regiones inhóspitas de la realidad y del alma, en las que acaso nos veamos reflejados mucho más de lo que nos gustaría».
Algunas de estas voces han transmigrado al universo de la escritura, y se han manifestado en forma de RESEÑAS. Han aparecido también algunas entrevistas o noticias en medios que recopilamos junto a esas reseñas.
Se ha conversado sobre La gran abundancia en variopintos ENCUENTROS en bibliotecas públicas, bares, librerías, centros comunitarios, radios libres y universidades de un par de continentes, o tres (según cómo se miren los mapas). Estos encuentros, ricos y frágiles a la vez, han podido conseguir sus pequeños momentos de concentración en medio del bullicio de algunas grandes metrópolis, y también en el silencio más propicio de algunas aldeas de las montañas. Y también en pueblos a la vera del río, y ciudades «de provincias» construidas sobre milenarias capas de versiones previas de sí mismas, entre otros lugares. La belleza, la generosidad y la entrega que se respiraba en esos encuentros ha hecho que valga la pena juntar algunas palabras e imágenes a modo de crónica, y de siembra para conversas futuras.

Por otro lado, la novela tiene TEXTOS ALREDEDOR, escrituras afines, primas o hermanas, o simplemente relacionadas, que también nos apetecía empezar a reunir. Algunas provienen de procesos como el Seminario «Usos políticos de la escritura ante el supermercado existencial«, en el que andamos con una investigación colectiva sobre cuestiones que la novela pone también sobre la mesa a su manera. ¿Qué puede la literatura, o simplemente la narración, en un mundo saturado de historias a menudo incapaces de arraigar o transformar los marcos comunes de la experiencia? La cuestión es lo suficientemente amplia como para reaparecer en distintos contextos y formulaciones. La editorial La Oveja Roja es un espacio fértil para plantear estas preguntas , y produce también sus propios materiales de reflexión. “Alrededor” de la novela están también fragmentos, notas y borradores que pertenecen a su génesis y al mundo ficcional que sigue proliferando más allá de sus páginas. Por último, reunimos aquí también otros textos en los que percibimos afinidades y líneas de fuga que queremos seguir cultivando.
Gracias a las personas que han venido sosteniendo la vida de esta novela desde su publicación: Max Santa-Cecilia, Begonia Santa-Cecilia, Merche Caballud, Jaime Díez, Luis Othoniel Rosa, Eva Fernández, Alfonso Serrano, Amador Fernández-Savater, Mari Luz Esteban, Luis Mateo Díez, Charo Ochoa, Pedro Yagüe, Diana Eguía, Jeff Lawrence, Natalia Castro Picón, Alba Solà García, Jaume Peris Blanes, Javier Sánchez, Esther Escorihuela, Laurel Orús, Helena de Llanos, Miriam Martín, Sole Parody, Carmen Carramiñana, Paco Bailo, Raúl Royo, Nerea Fillat, Beatriz García, Rosa Prieto, Diego Castro, Marisa Pérez Velilla, Blanca Sotos, Víctor Lapuente, Belén Macías, Alicia Rey Ana Barrafón, Antonio Ibáñez y muchxs otrxs.
De Eva Fernández, editora de La oveja roja:
Cuando leí por vez primera La gran abundancia me vino a la mente 1984. Por mi oficio de librera eventual sé que hay personas que al terminar de leer esa novela quedan como desvalidas. La ficción que crea es tan poderosa, resuena tanto adentro y afuera de sus vidas que se quedan como sin casa. Lo notas más en la gente que parece leer menos habitualmente. La ansiedad de encontrar otro relato es aún mayor.
Hay distopía también en la novela de Luis, aunque su trama justo llama al ejercicio inverso. La Gran Abundancia es una ficción que todo el tiempo busca retornarnos a la realidad; a la vida, mejor dicho. Más que absorbente ficción, la novela es relato de compañía, cuento para sanar, gigantesca advertencia, desesperado intento de seguir creyendo en la vida y en el uso de la ficción para su funcionamiento más pleno.
Luis cuenta historias una tras otra para conseguir que la vida no dé rabia vivirla, porque «la vida se ha convertido en un pozo, y no parece que vayamos a ser capaces de cambiar antes de secarlo». La gran abundancia sabe que necesitamos la ficción. Yo creo al Martín que ya no tiene nada que perder y se lo asegura a Elia: «Miles, millones, seremos, brigadas masivas de cronistas, de poetas, de prosistas, de contadores, seremos, sacaremos al contar de la miseria, ya verás». Yo, que acompaño a la gente a escribir novelas, sé que la trama piensa, permite saber lo que no sabemos saber, lo que nuestra razón teme porque no lo considera razonable. Cada forma literaria tiene una función y la de la narrativa, los cuentos… es inagotable, infinita y eterna. Por eso hay tanta ficción habitada de móviles mezquinos que son los más pegadizos. No importa sin embargo.
La colección de narrativa de la Oveja Roja, la que más nos cuesta de defender, nos lo deja clarísimo: ¡Saldremos de esta maldita usura de vida escribiendo! Ahora bien, hay que cuidarse mucho de «la inercia de las líneas que van construyendo sentido seco y tacaño». El protagonista de La gran abundancia nos da un cómo: «tenemos que dar tanto que no puedan quitar nada».